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BABE RUTH



Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Gálatas 4:4-5.

George Herman Ruth  fue uno de los jugadores profesionales de béisbol de Grandes Ligas de mayor talento y más populares de la historia. La autora Dorothy E. Walls narra la siguiente historia acerca del mismo en su libro devocional Peldaños de superación.

-¡Oye Flaco! ¿Qué haces aquí?
-¡Si! ¿Qué te hace pensar que puedes jugar beisbol, largirucho?
-¡Mira como corre!- se burlaba uno de los jugadores veteranos-. ¿Habrase visto un pelotero con los pies torcidos hacia adentro? ¿A quien se le ocurre?
-Y además, es zurdo – agregó otro de los criticones.
-¡Dunn ha de haber estado raspando el fondo de la olla cuando te encontró!

Esta andanada de mofas era dirigida a un adolescente alto, de cuerpo grande y piernas delgadas que acababa de incorporarse al equipo de beisbol de los Orioles de Baltimore. Su nombre era George Herman Ruth, quien se había criado en los barrios bajos de Baltimore. Hacia lo que podía para proveerse de alimento, y comía lo que encontraba, hasta que fue enviado a la Escuela Industrial de Santa María, hogar para huérfanos y delincuentes juveniles. Este era su primer empleo, y no sabia como reaccionar ante la burla de los demás.
-¡Muy bien caballeros!-les advirtió el entrenador- ¡Ya es suficiente!¡Dejen al chico en paz! No olviden, es el “babe” de Dunn.

Jack Dunn, dueño y administrador de los Orioles de Baltimore, había adoptado a George Herman Ruth para que lo dejaran salir del orfanato de Santa María, y así pudiera jugar con el equipo de los Orioles. Desde entonces, se le conoció como “el babe” o simplemente “Babe”.

Pero la  burla llegó a su fin. Babe Ruth llegó a ser uno de los peloteros mas famosos de todos los tiempos. Cincuenta y seis de sus marcas no han sido superadas hasta hoy. Hizo 60 jonrones en una sola temporada y 714 en toda su carrera.

En alguna medida, tu y yo estamos en la misma situación en que estuvo George durante su adolescencia. Somos participantes en el juego de la vida. El diablo lo sabe y por ello nos acusa:
-          ¡No sirves para nada muchacho! ¿Qué te hace pensar que puedes tener éxito en este juego? ¡Eres pecador y los pecadores no pueden triunfar!

Entonces Jesús, nuestro “entrenador”, se presenta y dice:
-          ¡Ya basta, Satanás! Ese muchacho tiene posibilidades. Es un triunfador. No se te olvide que es el “Babe” de Dios.

¡Alabado sea el Señor! Eres un hijo del Dios viviente. Has sido adoptado en su familia. El te defenderá. Tiene fe en ti. Te convertirá en un campeón.

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