Ir al contenido principal

¿Que es el éxito?


¿Quién puede dudar de que nuestra sociedad esté obsesionada por el éxito? Durante siglos la mayoría de las personas deseaba simplemente sobrevivir. Hoy queremos éxito rápido y visible. Aún así somos acosados por la pregunta. ¿He tenido éxito?, ¿Qué es el éxito?, ¿Es realización?, ¿aclamación?, ¿abundancia?, ¿Cuánto tienes que acumular para tener éxito?
La mayoría de las personas considerarían a Moisés un hombre de éxito. A pesar de ello, al final de su larga vida de 120 años fracasó. Terminó como un exitoso fracasado. Podemos aprender de su fracaso final lo que constituye un éxito auténtico y lo que no lo es.

I. ¿ES ÉXITO SUPERAR LA ADVERSIDAD?
Frecuentemente medimos los éxitos por la cantidad de adversidades superadas. Con tal medida Moisés debe haber sido un hombre exitoso. Él superó cuatro adversidades en la olla a presión del liderazgo.

Podemos superar un ambiente adverso. Moisés dirigió una masa de personas en un desierto sin medios de subsistencia. Lo hizo durante cuarenta años. El grupo entero vivió como nómada en un ambiente deshabitado y hostil. Moisés triunfó en un lugar imposible.


Podemos superar recuerdos adversos. Los hebreos volvieron a Cades, el lugar de su fracaso treinta y ocho años antes (13:26). En aquel lugar se negaron a entrar en la tierra que Dios les había dado. La gran roca en Cades era una señal de vida perdida, un monumento al fracaso. Aun así Moisés superó la adversidad del fracaso pasado.

Podemos superar emociones adversas. María murió en Cades. Ella era la hermana de Moisés y Aarón además de la mujer líder de los hebreos. Fue María quien cuidó de Moisés en el Nilo hasta que fue reclamado por la hija de faraón. Ahora murió repentinamente tras 119 años de compañerismo.

Podemos superar críticas adversas. El pueblo criticó a Moisés por la falta de agua. Esto fue una crítica injusta e irrazonable. El éxodo no fue determinado por Moisés. Además, Dios había suplido sus necesidades durante años. Moisés superó frecuentemente la adversidad de la crítica injusta.

Esta experiencia de Moisés demuestra que tú puedes superar la adversidad y, aún así, no alcanzar las normas divinas del éxito.

II. ¿ES ÉXITO BUSCAR A DIOS?
Ciertamente el éxito se encuentra buscando a Dios. Moisés no se tomó el desquite contra las críticas del pueblo, en lugar de ello se volvió buscando a Dios. Hay un gran contraste entre los dirigentes y los dirigidos.

Podemos buscar a Dios inmediata y reverentemente. Moisés se volvió a Dios repentinamente y con urgencia para encontrar una respuesta a la crisis. Reverentemente se postró ante la presencia de Dios. Tal inmediatez y tal humildad son ciertamente loables.

Podemos ver la presencia de Dios. Moisés vio de repente la gloria del Señor. Esta nube de luz se había manifestado entes en emergencias especiales como un atisbo en la presencia de Dios y con intención de vindicar su nombre (Exo. 16:10; Núm. 14:10; 16:19). Moisés no sólo buscó sino que también vio la presencia de Dios.

Podemos oír a Dios. El Señor habló a Moisés de forma práctica, específica y esperanzadora sobre la crisis de la falta de agua. Moisés oyó la voz de Dios con una claridad sorprendente.

Aun así, buscar, ver y oír a Dios no significa éxito. Otro hombre del Antiguo Testamento, Saúl, buscó a Dios por todos los medios pero no le encontró (1 Sam. 28:6).

III. ¿ES ÉXITO OBEDECER A DIOS?
En apariencia Moisés era un hombre de éxito. Actuó con autoridad y diligencia. Fue productivo. Hubo resultados: salió agua de la roca en Cades. Pero Moisés fue un exitoso fracaso. Aunque las personas no lo pudieron ver, Dios lo dejó claro. ¿Cuál fue la razón del fracaso?

 Fracasamos a causa de una actitud. Moisés tuvo una actitud de desconfianza hacia Dios (20:12). No creyó que Dios podía hacer salir agua de la roca sólida, pese a que Dios lo había hecho antes. También dejó de ver cómo Dios podía tener misericordia de los murmuradores hebreos.

Fracasamos por buscar la aclamación. Moisés clamó: ¡Escuchad, rebeldes! (v. 10). Eran palabras de enojo. Dios dijo a Moisés que hablara a la roca, no al pueblo. Su ira irreflexiva provocó su fracaso. Pero fue también una aclamación de su ego. La pequeña palabra "sacaremos" (v. 10), refiriéndose a ellos dos, suplantó a Dios y dirigió la atención a la acción de Moisés y Aarón.

Fracasamos por causa de un acto. Moisés actuó con desobediencia, lo que era rebelión (v. 24). Golpeó la roca dos veces cuando se suponía que debía hablar a la roca una vez. Literalmente tomó el asunto en sus manos.

En resumen, Moisés fue un exitoso fracaso porque rehusó obedecer a Dios. El éxito no son los resultados, ¡pero lo es la obediencia a Dios! El agua fluyó de la roca, pero Moisés fracasó. La única medida del éxito es la obediencia fiel a Dios.


El resultado de fracasar en la obediencia a Dios puede ser severo (v. 12). Moisés no fue apto para dirigir al pueblo en su entrada a la tierra. No perdió su salvación, pero perdió la gran oportunidad de su vida. El castigo parece severo. Este fue su único pecado aparente en cuarenta años. Éxito es obediencia. Mide tu éxito por la obediencia.



Comentarios

Entradas populares de este blog

NO SE TRATA DE SENTIR, SE TRATA DE CREER

Conocí a Rebeca en un periodo oscuro de su temprana juventud.  Apenas tenía 18 años y la vida ya le había dado a probar amargura y soledad. Años atrás, su padre los había abandonado a ella, a su hermanito y a su madre.  Sin embargo, la dedicación y el amor que su madre y su abuela brindaron a los dos niños, enseñó a Rebeca a crecer sintiéndose amada y protegida, aún con la ausencia de su padre. Conoció de Dios y de su amor cuando estaba en la secundaria, y su amor por Cristo creció tanto, que se bautizó junto con su hermano y su madre el mismo día de su cumpleaños número 15. Un día la tristeza llegó a su hogar.  La abuelita cayó presa de una enfermedad que rápidamente la llevó a la muerte.  Y antes de recuperarse de la triste ausencia de su querida viejecita, su madre fue diagnosticada con cáncer.   El doctor no le daba muchas esperanzas de sanar, y tampoco mucho tiempo de vida. Rebeca conocía a ese Dios Todopoderoso, y se aferró fuertemente a sus promesas; día y

LA LLEGADA AL CIELO

¿Te has preguntado como serán esos primeros momentos en el cielo, una vez que hayamos dejado atrás la historia de este mundo, y lleguemos a la gloriosa ciudad celestial? Nuestros sentidos serán pasmados por tantas cosas novedosas que encontraremos a nuestra llegada. Dice la Escritura en 1ª corintios 2:9: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”. Seguramente los pensamientos más imaginativos de las mentes más creativas, no se acercan en nada a lo que serán esos momentos. Pero, aun así, tratemos de crear con los ojos de la fe una visión de nuestro arribo al cielo. Evidentemente la mayor expectativa será la de ver a Dios, quien nos dará la bienvenida con los brazos abiertos. ¡Estaremos por fin en su gloriosa y majestuosa presencia y podremos verle cara a cara! ¿Qué vas a hacer o a decir cuando tengas a Dios frente a frente? ¿Imaginas al Imponente Rey del Universo saludándote, luego poniéndote

El rostro golpeado

Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban. Mat 26:67  Pareciera incomprensible que los impíos seres humanos trataran al Hijo de Dios con tal falta de respeto. piense en ello: escupieron el rostro del Hijo de Dios, el que es adorado por decenas y decenas de miles de ángeles, golpearon el rostro de aquel que existió con el Padre desde la eternidad y se unió con él al colocar los mundos en el espacio. ¿Quien es este al que golpean? ¿Quien es este que sufre de tal manera? ¿Quien es éste que soporta tanta agonía? ¿Quien es éste con los ojos amoratados y el rostro ensangrentado? Es Jesús, el divino Hijo de Dios. Miseros seres humanos, creados por el Dios vivo, se acercaron al Creador y le golpearon en el rostro. Maldiciendo y jurando, se burlaron de el. En cierto sentido, yo estuve allí, y también tu. Toda la humanidad estuvo allí esa noche en las sombras del patio de Anas, y en el tribunal de Pilato. Nosotros le abofeteamos el rostro,