Ir al contenido principal

ATREVETE A TRIUNFAR




¿Te has puesto a pensar alguna vez cual es una de las principales características de los triunfadores? ¿Sabes que necesitó Colon para descubrir América cuando todo el mundo decía que la tierra era plana y que al final solo existía olvido y destrucción? En realidad, su viaje no fue otra cosa que un salto a lo desconocido, y en la medida que avanzara, tendría éxito. ¿Qué necesitó Colon, entonces, para acometer tan sobresaliente empresa? Sin lugar a dudas, el atrevimiento.

La Biblia presenta varios ejemplos de atrevimiento. De hecho, uno no puede pensar en grandes éxitos, tanto en la vida espiritual como en la material, sin pensar en grandes riesgos. Y donde esta presente el riesgo, también hay un lugar para el atrevimiento. Sin el, no seria posible enfrentar los desafíos. ¡Pero Dios quiere que te atrevas!

Cuando Dios llamó a Gedeón para librar a su pueblo de mano de los madianitas, Gedeón respondió: “Señor mío, ¿con que salvaré a Israel? Mi familia es pobre en Manasés, y yo soy el menor en la casa de mi padre. El Señor le dijo: “Con toda certeza, yo estaré contigo, y vencerás a los madianitas como si fueran un solo hombre” (Jueces 6: 15-16).

No obstante, las cosas no estaban fáciles para Gedeón. Tenía miedo. Y es que cuando se trata de algo grande, nos vemos tan pequeños y deficientes que muchas veces nos acobardamos y vivimos paralizados por el miedo. Pero aun cuando Dios ya le había dado una muestra a Gedeón de que estaría con el en esa guerra y de que no moriría (Jueces 6:17-23), este hombre pidió una señal mas y le fue concedida. Aquí estamos hablando del vellón de lana mojado.



¿Ahora si estaba preparado para la guerra? No. ¡Gedeón pidió otra señal! Ahora se trataba del vellón de lana seco y también le fue concedido. ¿Ya estaba preparado para luchar? No, todavía no. Dios, que conocía su corazón, le dio una señal adicional: el relato de un sueño. Es cierto que era un sueño ajeno, ¡pero que importa! El Señor estaba por usar a un hombre falto de atrevimiento y poco a poco lo llevó, lo convenció de que con la ayuda divina la victoria estaba asegurada y no había nada de que temer

No obstante, era solo el inicio. La fe de este hombre sin atrevimiento iba a ser probada. Treinta y dos mil hombres eran muchos para la guerra y Dios le dijo: “El pueblo que está contigo es mucho (…) El que tema y tiemble madrugue y devuélvase. Dios no quería que un hombre sin atrevimiento como Gedeón se juntara con los cobardes.  

Ahora te pregunto: ¿Con cuantos soldados se adquiere más valor para enfrentar a un ejército bien organizado, con treinta y dos mil o con diez mil? ¡Pues fueron veintidós mil los que se regresaron!
¿Te has imaginado lo que seria vivir al lado de veintidós mil miedosos? Por supuesto, Dios no quería tal compañía para su caudillo. Pero no era suficiente. De los diez mil hombres finalmente quedaron trescientos. Te pregunto nuevamente: ¿Con cuantos soldados se siente uno mas seguro, con diez mil hombres o con trescientos? Hasta la pregunta suena impropia. Dios quería enseñarle a Gedeón que solo necesitaba su ayuda para vencer. Junto al Señor, Gedeón se volvió un atrevido, un emprendedor, un intrépido, un valiente guerrero.
 
Pero, esperaste. Eso no es todo. ¿Dónde están las armas ahora para enfrentar al enemigo? ¿En que habría de poner la confianza Gedeón? No había espadas, ¡solo cantaros y antorchas! Era la última lección de confianza para este hombre. El Señor trataba de invitar a depender totalmente de el. ¡Y gracias a eso la victoria fue lograda!

Pero Gedeón o ha sido el único. Todos los hombres que Dios ha usado han tenido que pasar por situaciones equivalentes. ¿Recuerdas a Moisés? ¿Se atrevía el a ir solo con una vara para enfrentarse al Faraón y su ejercito para liberar al pueblo de Israel? NO. Moisés habría preferido que fuera otro en su lugar. Pensaba que esa empresa no le correspondía. No se sentía capaz. ¿Qué pidió Dios para animarlo un poco? Le pidió que arrojara la vara al suelo, y así lo hizo. ¿Qué sucedió entonces? La vara se convirtió en una serpiente y “Moisés huía de ella” (Éxodo 4:3).


Entonces, el Señor le ordenó a Moisés: “Extiende tu mano y tómala por la cola”. Te pregunto ahora: ¿Cuándo se requiere más valor, al tomar una serpiente por la cabeza o por la cola? ¿Verdad que lo que Dios le pedía a Moisés requería atrevimiento? Pues si, y Dios le estaba diciendo a Moisés:”¡Atrévete! ¡Hazlo! Aunque no te sientas capaz, mi presencia en tu vida hará la diferencia”.
 
¿Entiendes el mensaje? Ahora piensa en lo siguiente: ¿Tienes algo entre manos para hacer y no lo has hecho solo porque te falta valor? Dios quiere que te atrevas a triunfar para el. ¿Lo harás? O mejor dicho, ¿te atreverás?



Autor: Pastor Lemuel Olán J.

Comentarios

Entradas populares de este blog

NO SE TRATA DE SENTIR, SE TRATA DE CREER

Conocí a Rebeca en un periodo oscuro de su temprana juventud.  Apenas tenía 18 años y la vida ya le había dado a probar amargura y soledad. Años atrás, su padre los había abandonado a ella, a su hermanito y a su madre.  Sin embargo, la dedicación y el amor que su madre y su abuela brindaron a los dos niños, enseñó a Rebeca a crecer sintiéndose amada y protegida, aún con la ausencia de su padre. Conoció de Dios y de su amor cuando estaba en la secundaria, y su amor por Cristo creció tanto, que se bautizó junto con su hermano y su madre el mismo día de su cumpleaños número 15. Un día la tristeza llegó a su hogar.  La abuelita cayó presa de una enfermedad que rápidamente la llevó a la muerte.  Y antes de recuperarse de la triste ausencia de su querida viejecita, su madre fue diagnosticada con cáncer.   El doctor no le daba muchas esperanzas de sanar, y tampoco mucho tiempo de vida. Rebeca conocía a ese Dios Todopoderoso, y se aferró fuertemente a sus promesas; día y

LA LLEGADA AL CIELO

¿Te has preguntado como serán esos primeros momentos en el cielo, una vez que hayamos dejado atrás la historia de este mundo, y lleguemos a la gloriosa ciudad celestial? Nuestros sentidos serán pasmados por tantas cosas novedosas que encontraremos a nuestra llegada. Dice la Escritura en 1ª corintios 2:9: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”. Seguramente los pensamientos más imaginativos de las mentes más creativas, no se acercan en nada a lo que serán esos momentos. Pero, aun así, tratemos de crear con los ojos de la fe una visión de nuestro arribo al cielo. Evidentemente la mayor expectativa será la de ver a Dios, quien nos dará la bienvenida con los brazos abiertos. ¡Estaremos por fin en su gloriosa y majestuosa presencia y podremos verle cara a cara! ¿Qué vas a hacer o a decir cuando tengas a Dios frente a frente? ¿Imaginas al Imponente Rey del Universo saludándote, luego poniéndote

El rostro golpeado

Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban. Mat 26:67  Pareciera incomprensible que los impíos seres humanos trataran al Hijo de Dios con tal falta de respeto. piense en ello: escupieron el rostro del Hijo de Dios, el que es adorado por decenas y decenas de miles de ángeles, golpearon el rostro de aquel que existió con el Padre desde la eternidad y se unió con él al colocar los mundos en el espacio. ¿Quien es este al que golpean? ¿Quien es este que sufre de tal manera? ¿Quien es éste que soporta tanta agonía? ¿Quien es éste con los ojos amoratados y el rostro ensangrentado? Es Jesús, el divino Hijo de Dios. Miseros seres humanos, creados por el Dios vivo, se acercaron al Creador y le golpearon en el rostro. Maldiciendo y jurando, se burlaron de el. En cierto sentido, yo estuve allí, y también tu. Toda la humanidad estuvo allí esa noche en las sombras del patio de Anas, y en el tribunal de Pilato. Nosotros le abofeteamos el rostro,