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SER PERFECTOS




Mateo 5:38 al 48 dice: 38 Ustedes han oído que se dijo: "Ojo por ojo y diente por diente." 39 Pero yo les digo: “No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. 40 Si alguien te pone pleito para quitarte la capa, déjale también la camisa. 41 Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llévasela dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda.
43 Ustedes han oído que se dijo: "Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo." 44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, 45 para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. 46 Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos? 47 Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles? 48 Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto”.

Una cosa es pedirnos que reaccionemos diferente al mundo ante situaciones hostiles, o que pongamos la otra mejilla o que vayamos otra milla, incluso que amemos a nuestros enemigos, pero pedirnos que seamos perfectos, esto si se sale de toda comprensión, especialmente si partimos desde el  versículo de Isaías 1:6 que dice que no somos otra cosa que “hinchazón y podrida llaga desde la planta del pie hasta la punta de la cabeza”, entonces… ¿Hasta qué punto creen que Dios nos exige perfección? O ¿A qué clase de perfección se refiere?

A la luz de la Biblia quisiera mostrarte cual es la clase de perfección a la que Jesus nos llama, pero antes veremos la definición que nos marca el diccionario. 

Según el diccionario la palabra perfecto significa: completo, acabado, correcto, excelente, impecable, maravilloso, magnífico, estupendo, inmejorable, insuperable. Otra versión dice: Aquello que tiene el mayor grado posible de verdad o calidad en su línea, que está en buenas condiciones sin mella ni defecto. Es una buena definición desde el punto de vista humano, sin embargo queda muy lejos de lo que Jesús espera de nosotros en cuanto a la perfección. 

En Colosenses 1:28,29 dice: “A él anunciamos, amonestando y enseñando a todos, en toda sabiduría, para presentar a todo hombre perfecto en Cristo. Por eso me afano, luchando con la fuerza de Cristo que actúa poderosamente en mi”, y 1 Tesalonicenses 5:23 dice: “Que Dios mismo… los haga a ustedes perfectamente santos… sin defecto alguno para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Aquí vemos un elemento sumamente importante, ese elemento es Cristo, si te fijas en ambos versículos menciona a Dios o a Cristo como el elemento de empuje y fortaleza para alcanzar la perfección. 

Veamos ahora Filipenses 3: 12 y 13: “Hermanos, no digo que yo mismo ya lo haya alcanzado; lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús”. Y en Efesios 4:22-23 leemos: “Acerca de la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, viciado por sus engañosos deseos. Renovad la actitud de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado para ser semejante a Dios en justicia y santidad”.  Podríamos considerar entonces por medio de este versículo que ser perfecto también puede significar “maduro”, “desarrollado”, “en su máximo potencial”. Para Jesús somos perfectos en el momento en que comenzamos a devolver bien por mal, amor por odio, e injusticia con buenas acciones, esto no significa que estemos libres de pecado sino que hemos asumido de manera consciente lo que Jesús nos mandó que hiciéramos, “dejando lo que queda atrás”.

Bueno todo esto es muy interesante, pero surge la pregunta ¿Y si por más que me esfuerzo fallo…? Aquí entran dos elementos importantes de los que podemos echar mano para no desanimarnos en el crecimiento espiritual y alcanzar la “perfección”; la primera es la gracia y el segundo es el perdón que Dios nos otorga siempre que estemos arrepentidos.

Por último quisiera mencionar que la obra del Espíritu Santo no produce un inmaculado perfeccionismo en esta vida terrenal. La perfección de cuerpo y alma llegara a nosotros cuando Jesús venga por segunda vez, lo que el Espíritu Santo quiere que veamos es que hemos sido incluidos en una nueva creación o reino que es diferente al mundo, y que definitivamente la perfección es un concepto totalmente distinto. 

En lo personal me alegro que la definición de Jesús de perfecto no sea la del diccionario y  ahora que tenemos un concepto diferente de la perfección podríamos hacer un esfuerzo por alcanzarla, ¿no lo crees así? Después de todo Dios va delante de nosotros. 

         
Autor (a): Blanca Garibay

                    

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