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SIGUE TOCANDO



Deseando dar ánimo a su joven hijo para que progresara en el piano, una madre llevó a su pequeño hijo a un concierto de Paderewski. 

Después de sentarse, la madre vio a una amiga en la platea y fue a saludarla. El pequeño cansado de esperar, se levantó y comenzó a recorrer el lugar hasta que llegó a una puerta que decía “PROHIBIDA LA ENTRADA”.

Cuando las luces se apagaron y el concierto estaba a punto de empezar, la madre regresó a su lugar y descubrió que su hijo no estaba ahí. De repente las cortinas cayeron y las luces cayeron sobre un impresionante piano Steinway en el centro del escenario.

Horrorizada, la madre vio a su hijo sentado inocentemente al teclado, tocando las notas de “Estrellita”.
En aquel momento el gran maestro de piano hizo su entrada, rápidamente fue al piano y susurró al oído del niño, “no pares, continua tocando”.

Entonces apoyado, Paderewski extendió su mano izquierda y empezó a llenar la parte del bajo. Luego, puso su mano derecha alrededor del niño y agregó un bello arreglo musical. Juntos, el experimentado maestro y el joven aprendiz transformaron una situación embarazosa en una situación maravillosamente creativa. 

El público estaba emocionado.

Así son las cosas cuando uno esta con Dios.

En nuestras vidas, tan poco pulidas como puedan parecernos, es el Maestro quien nos rodea y susurra en nuestro oido, una y otra vez: "No pares, sigue tocando". Y mientras lo hacemos, Él aumenta y suplementa hasta crear una obra de sorprendente belleza.

Cuando nos esforzamos en conseguir algo por cuenta propia, a pesar de que hagamos lo mejor posible, los resultados no se convertirán exactamente en una melodía fluida y armoniosa. Pero, con las manos del maestro, las obras de nuestras vidas pueden ser verdaderamente hermosas. 

La próxima vez que decidas emprender nuevos proyectos, escucha atentamente. Podrás oír la voz del maestro susurrando en tu oído: “No pares, sigue tocando. Siente sus brazos amorosos a tu alrededor. Siente que sus fuertes manos están tocando el concierto de tu vida.

Recuerda, Dios no llama a aquellos que están capacitados. El capacita a aquellos que son llamados.
El que alguien toque tu vida es un privilegio. Tocar la vida de alguien es un honor. Pero ayudar a que otros toquen sus propias vidas es un placer indescriptible.

“No temas que yo estoy contigo. No desmayes, que Yo Soy tu Dios que te fortalezco. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Isaías 41:10

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