¿TE HAS PREGUNTADO alguna vez cómo fue la noche en que fuiste concebido?
Yo no lo había hecho hasta que me topé con una impresionante descripción de unos biólogos que es válida para todos nosotros. Tus padres se juntaron -que siguieran juntos, que realmente estuvieran juntos alguna vez o que fueran desconocidos no cambia este increíble escenario para ninguno de nosotros-, y papá depositó en mamá quinientos millones de diminutas células reproductoras masculinas, o espermatozoides. Efectivamente, 500.000.000 de espermatozoos, cada uno con la misión solitaria de encontrar un único óvulo y penetrarlo. Y solo uno de esos espermatozoos podía haberte hecho a ti, lo que significa que ¡tuvo que “nadar” más rápido que los otros 499.999.999 en aquella carrera por la vida!
En palabras de Anthony DeStefano: “Quinientos millones de seres humanos potenciales, cada uno completamente distinto a ti, podrían haber nacido en tu lugar si aquel único espermatozoide no hubiera fertilizado aquel óvulo. En un sentido muy real, quinientos millones de seres humanos potenciales tuvieron que renunciar a la vida para que nacieras”. Y luego viene su impresionante conclusión: “Desde un punto de vista estrictamente estadístico, tu presencia en este planeta es un milagro. En el amanecer mismo de tu vida tuviste que superar probabilidades abrumadoramente bajas, probabilidades menores de las que jamás tendrás que afrontar en ninguna otra situación. Independientemente de la opinión que tengas de ti mismo ahora, independientemente de los males que puedan acontecerte en la vida, independientemente del sufrimiento que te puedas ver forzado a soportar, independientemente de qué problemas familiares o económicos acabes afrontando, es imprescindible que entiendas esto: viniste a este mundo como un campeón” (Ten Prayers God Always Says Yes To, pp. 167,168).
¿Sabes por qué? ¡Porque fuiste elegido! Es la verdad resplandeciente de este nuevo año: Dios te eligió. ¡Cualquier otra combinación de células reproductoras, y habríamos tenido a tu hermana en vez de ti! Dios te eligió la noche que fuiste concebido.
Y hoy, ese mismo Dios te ha elegido para que realices un nuevo viaje con él: el año que ahora comienza. “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes -afirma el Señor-, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (Jer. 29:11, NVI). Y cuando el que nos eligió antes de que naciéramos promete viajar con nosotros todos los días que vivamos, ¿puedes imaginar el destino glorioso que nos espera?
Autor: Dwight K. Nelson
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