Esta lucha espiritual, esta lucha que tiene
nuestra alma, la lucha más grande del Universo que te jala de dos lados, del
mal y del bien, es contra el mismo Satanás. Contra potestades de las tinieblas
que todos los días y a cada minuto, ganan batallas, amarran almas en el error y
en la incredulidad. En la ignorancia de Dios, de Jesús, de su carácter y su
plan de redención. Desechan su Ley, cambian sus preceptos, minan la confianza
en Él con las malinterpretaciones de su Palabra.
Entiendan que no podemos solos contra el
diablo. Tenemos que resistirlo para que huya, pero no podemos resistirlo solos.
Está muy claro que es mas inteligente que nosotros, se nota a diario en miles
de almas humanas que ya cayeron, engaña tan fácil cuando los pies no están
sobre la Roca.
Necesitamos a Cristo, que su nombre habite en
nuestros corazones, que Él actúe. Entreguemos todo a Él, nuestra voluntad,
nuestro yo. Con Él estamos crucificados, tenemos que estarlo. NO PODEMOS SOLOS.
¿Por qué seguimos afanándonos en cosas vanas
cuando hay toda una revolución en nuestros corazones y sobre nuestras cabezas?
Satanás nos quiere de su lado, pero nos aborrece, no quiere que estemos del
lado de Cristo. ¿Qué estamos haciendo?
Hay que ver la urgencia. La fe se vive, la fe
es la evidencia.
Y se nos dan a diario evidencias que se
entienden por medio del Espíritu, sólo tenemos que pedírselo. Hay evidencias en
la Biblia, paralelismos proféticos en las historias y los hechos. Las fiestas
del Pueblo eran profecías vivas. Muchas se cumplieron, muchas se repetirán,
muchas esperan aun.
Solo hay dos lados, no podemos ser tibios:
Cristo o Satanás.
Comunicar la
verdad viva. Tenemos que tener esa convicción, esa fuerza y esa energía, que el
movimiento de los seguidores de la verdad y los que guardan le Ley, es
profético, anunciado. Con esa idea debemos vivir, con esa responsabilidad de
seguir dando luz cada día. No olvidemos para que estamos aquí.
Perseguimos doctrinas de hombres, débiles, en
eso creemos, ¡en esas teorías que tiemblan! Hallemos fortaleza en esta
predicación, la que Cristo nos dio con su vida perfecta, el mayor milagro de la
historia: su Salvación. Entendamos que no todos podrán comprenderla, quienes ya
dieron sus almas a Satanás y rechazan la luz de Dios, quedarán con el diablo.
Dios no obliga a nadie. Pero a quien se lo pida, lo puede liberar.
Dejemos que Dios actúe en nosotros, que su
espíritu nos vivifique. No tengas miedo. Debes conocer más a Dios, y verás su
amor gigante y desearás con todas tus fuerzas dar tu alma sin más pretextos.
Dios es un Dios de individuos, respeta la individualidad, la esencia de cada
uno de sus hijos y la mantendrá, pero el sentir siempre será el mismo, la
Verdad es siempre la misma, Dios lo es, y nosotros tenemos que estar unidos a
Él para no caer.
Así, si caes en las garras de la tumba, no
quedarás allí, Jesús ya te liberó con su muerte, y va a darte vida otra vez. Al
son de su trompeta vivirás y lo alcanzarás en las nubes de los cielos.
Autor: Lizzy Marcella Hernandez Soto
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