Estamos
viviendo en tiempo “complementario” y pocos saben que el árbitro está por
terminar el partido.
Muchos estamos viviendo como si el partido apenas estuviese comenzando. Hacemos tiros inapropiados, regalamos balones, discutimos con nuestros compañeros de equipo, peleamos por querer llegar al campeonato y recibir un trofeo. Algunos se sientan a criticar a los que están jugando y otros se han sentado en las estradas con el uniforme puesto a contemplar el juego.
En
la vida cristiana solo hay dos equipos; el de Cristo y el de Satanás. Nosotros
somos los participantes en este gran partido de la vida. Tenemos puesta la
camiseta ensangrentada de Jesús, o la de Satanás. Los ángeles son los
espectadores. Nos animan a seguir adelante (no nos gritan palabras ofensivas).
“Tenemos a nuestro alrededor una gran nube de testigos” (Hebreos 12:1).
Entre
tanto el tiempo de gracia está llegando rápidamente a su final. Las señales que
nos indican que el juego está por terminar son abrumadoras. Cada vez vemos más
y más incredulidad hacia la iglesia, entre nuestros jóvenes (y algunos
adultos). Los principios que antes nos distinguieran como adventistas del
séptimo día son vistos con desprecio y se toman por anticuados y fuera de moda.
La línea de distinción entre el mundo y la iglesia se nota menos conforme pasa
el tiempo. Las señales que preceden a la venida de Jesús son claras y
abrumadoras. La maldad, violencia, inmoralidad, indiferencia, crueldad; están a
la orden del día.
¡Pronto
se levantara Miguel, el gran Príncipe! Dios nos ha hecho mayordomos del tiempo
de gracia que nos ha concedido y muchos perecen sin saber de Jesús.
A menudo me pregunto, ¿Qué diferencia hace que vea un partido o no? Si se levanta Miguel mientras lo estoy viendo, acaso me perderé? Lo que sí puedo decir es, que la preparación debida es proporcional a la prueba que se enfrentará y creo que estamos subestimando mucho la prueba que se aproxima. La gente sufre hambre y opresión por lideres que han decidido gastar millones en eventos como estos.
Son
muchos los niños traficados para placer de los que han ido a disfrutar de estos
eventos. Dios sufre al escuchar el clamor que sube hasta sus oídos. Mientras
que los que vemos somos patrocinadores del vicio y la inmoralidad que se
promueve entre partido, nos gozamos al ver la rivalidad y la competencia
fomentada y esto no nutre vigor a nuestra alma. Hay una ley que dice que somos
transformados por lo que contemplamos y que lo que no eleva el alma, lo baja a
lo animal y satánico. Si este proceder estuviese bien delante de Dios, la
reforma y el reavivamiento que tanto hemos esperado hace tiempo, ya hubiera
sucedido y Cristo ya hubiera venido. Ya no sé si esperamos con mas ansia la
venida de Jesús o el próximo partido de México.
El
tiempo reglamentario ha terminado. Se está dando un tiempo extra; no porque haya
un empate en las fuerzas de Cristo y Satanás, ni porque el Señor retarde su
promesa, “sino que es paciente para con nosotros, porque no quiere que ninguno
perezca” (2 Pedro 3:9, 10).
Velad,
Velad, Velad, son las palabras que resuenan hasta nuestros días. Los consejos y
advertencias de amor escritas en la palabra de Dios fueron escritos para
nosotros y para nuestros hijos. No nos pase como al pueblo de Israel que se
sentó a comer y a beber, y luego se levantó a divertirse en honor al becerro de
oro y pasó el tiempo de gracia para esa generación y quedaron en el desierto.
“Si no poseemos mayor vitalidad ni consagración a Dios que las iglesias
nominales, recibiremos las plagas tan ciertamente como las iglesias que se
oponen a la ley divina” (Elena White, EUD. Cap 12). Dios quiera que despertemos
a la realidad del tiempo que estamos viviendo y seamos congruentes en nuestra
vida. Que cada acto y palabra sea un martillazo en la construcción del arca que
nos salvará y que al mismo tiempo anuncia juicio contra este mundo.
La crisis se está acercando gradual y furtivamente a nosotros.
El sol brilla en los cielos y recorre su órbita acostumbrada, y los cielos
continúan declarando la gloria de Dios. Los hombres siguen comiendo y bebiendo,
plantando y edificando, casándose y dándose en casamiento. Los negociantes
siguen comprando y vendiendo. Los hombres siguen luchando unos con otros,
contendiendo por el lugar más elevado. Los amadores de placeres siguen atestando
los teatros, los hipódromos, los garitos de juego. Prevalece la más intensa
excitación, y sin embargo el tiempo de gracia está llegando rápidamente a su
fin, y cada caso está por ser decidido para la eternidad. Satanás ve que su
tiempo es corto. Ha puesto todos sus agentes a trabajar a fin de que los
hombres sean engañados, seducidos, ocupados y hechizados hasta que haya
terminado el tiempo de gracia, y se haya cerrado para siempre la puerta de la
misericordia. DTG 590.2
“Fijemos nuestra mirada en Jesús, el autor y consumador de la
fe, quien por el gozo que le esperaba sufrió la cruz y menospreció el oprobio,
y se sentó a la derecha del trono de Dios” (Hebreos 12:2).
Joshua
A. Arvizu
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