Melisa se despierta sobresaltada, con la frente húmeda y los labios secos. intenta murmurar algo, pero solo consigue llorar. El dolor de la pérdida es abrumador; siente que el mundo cayó encima de ella. Acaba de salir del hospital, después de recuperarse de un terrible accidente, en el que fallecieron sus padres. Ella quedó con marcas horribles en su cuerpo, y se encuentra completamente desorientada.
Hija única, de 22 años. No sabe como enfrentar la nueva fase de su vida. Se siente sola, abandonada, y mira al futuro con miedo.
"En mi corazón ya no hay alegría", piensa en silencio. Y una lágrima rebelde resbala por los surcos de sus cicatrices. Melisa, ¡no pierdas la esperanza! La vida sin esperanza no tiene sentido. Es necesario tener esperanza. La noche pasará, y vendrá un día lleno de sol. Aún es posible realizar el sueño que la tragedia despedazó. El dolor pasará, y tu corazón volverá a cantar como cantan las aves celebrando la llegada de un nuevo día. Espera en Jesús, y confía en el aunque los vientos contrarios intenten arrebatar tu fe.
A fin de cuentas, tu no estás sola en este mundo. Tu, como el profeta Miqueas, en medio de la adversidad tienes un Dios a quien mirar y en quien confiar.
El año se fue. Abre las cortinas de tu corazón; deja entrar al solo de un nuevo día. Confía en las promesas maravillosas de Dios. él jamás te prometió que, en este mundo de dolor, la tristeza pasaría de largo. Las lágrimas son una realidad innegable de este mundo de pecado. Pero nada está perdido para quienes confían en Jesús.
Espera en Dios. La esperanza cristiana no es el simple deseo de que las cosas mejoren, sino la certidumbre de que el sol volverá a brillar, aunque en este momento solo veas nubes que anuncian tormenta. La vida pudo haberte quitado muchas cosas; puedes tener motivos suficientes para creer que el año que pasó fue el mas terrible. Pero ya se fue. Ya es historia. Tu no vives de la historia. Proyectate hacia el futuro con fe. Comienza un nuevo año, repitiéndote a ti mismo la oración de Miqueas: "Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá".
EN EL PRINCIPIO, DIOS
Margarita sufre. Las derrotas desfilan por su mente y dan lugar al miedo. Los consecutivos fracasos retornan a su memoria; invaden su mundo. la joven mestiza cree no "tener suerte". Llegó a Estados Unidos acariciando "el sueño americano"; pero, los años pasan y nada logra: gana poco dinero; cambia de empleo constantemente; ninguna iniciativa le sale bien.
"Todos vencen en este pais, menos yo", comenta con sus amigos, desanimada.
Margarita es una joven luchadora: se levanta de madrugada, trabaja catorce horas por día, en dos empleos diferentes; y regresa a casa de noche, cansada. Tiene apenas fuerzas para darse un baño y dormir. La rutina de su vida es agobiante. ¿Que futuro la espera? Se mira en el espejo, y empieza a notar algunas líneas marcadas en su rostro.
¿Que tiene que ver el versículo de Genesis 1:1 contigo Margarita? Enjuga las lágrimas y trata de escuchar la voz de tu Padre celestial. En el principio, no había nada. O tal vez si: "La tierra estaba desordenada y vacía y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo", dice el versículo siguiente. ¿Te das cuenta? Solo desorden, vacío y tinieblas. Casi nada. Nada. Pero entonces, aparece Dios, y da forma a los cielos y la tierra. El escenario universal cambia cuando Dios entra en acción.
¿Que ocurriría, en tu vida, si colocases en el principio a Dios? ¿Te has preguntado, alguna vez, si no logras lo que tanto anhelas porque en el principio solo están tus sueños, planes y proyectos? Luchas solo (a), trabajas solo (a) y vives solo (a). por eso, piensas que tus metas son inalcanzables.
Atrévete a colocar a Dios en el principio de tu vida, y verás que todo cambia. No por fuera. Las circunstancias que te rodean pueden seguir pareciendo las mismas. pero tu, no. Dios trabaja primero en ti. Coloca en orden tu mundo interior: llena el vacío de tu corazón y trae luz a tu vida. Te inspira. El temor desaparece. Desaparecen las dudas, el desánimo, y empiezas a ver que las circunstancias adversas, y aparentemente injustas, no son tan atemorizantes como parecen.
Haz de este nuevo año un año de victoria. Coloca a Dios en primer lugar, en el principio de tu vida.
Autor: Alejandro Bullon
APIA, 2010
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