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Disciplina en un mundo indisciplinado


Cuando yo era niño, mi madre mantenía una disciplina seria y constante.
Es posible que algunos la descalificarían hoy, si supieran todo lo que hizo por mantener la rectitud y la espiritualidad en sus nueve hijos.

Cuando alguno de nosotros decía alguna mala palabra, nos decía que era necesario limpiar nuestra vida y limpiar nuestra boca. Oraba con nosotros y luego procedía a lavarnos la boca con jabón (era uno de color amarillo, para la ropa, que sabía a rayos).

Hoy, después de varias décadas, no puedo pronunciar ninguna de esas palabras, por las cuales mi madre me disciplinó. Ella falleció en 1987. Hoy, rindo tributo a su memoria y exalto sus valores espirituales, morales, físicos y mentales. Hoy, los nueve seguimos luchando por mantenernos fieles a la bienaventurada esperanza del retorno de nuestro Señor Jesucristo.

Vivimos en un mundo cada vez más difícil. Una sociedad corrompida en todas sus estructuras y niveles. Se ensalzan la mentira, la falsedad, el orgullo, la ventaja malintencionada, la maldad. La vida de pecado (venganza, infidelidad, fornicación, odio, vicios, etc.), se pondera ante la sociedad como una vida normal y deseable.

Ante esta situación, comparable con los seres humanos que vivieron antes del diluvio (su corazón y pensamiento era de continuo hacia el mal), se hace necesario que hombres y mujeres, cuyos pensamientos provengan de una vida santificada, con claras intenciones de salvación, levanten la bandera de Jesús y formen una barrera en torno a sus hijos. Que el hogar vuelva a ser la fuente de fortaleza espiritual y moral para nuestros hijos.

No es fácil enfrentar una sociedad permisiva, alejada de Dios y con valores morales y espirituales por los suelos. Educar hijos en estos días es un verdadero desafío. Es importante que ambos padres hagan acopio de toda su capacidad y energía, para poner bases sólidas sobre las cuales el fundamento del carácter sea una verdadera fortaleza.

Concepto de disciplina: Hacer discípulos. Mantenga siempre en mente que "disciplina" -que realmente significa enseñanza- "es el entrenamiento adecuado para desarrollar auto-control." La disciplina no es mala, no es vergonzosa, no destruye el sentido propio de sus niños.

¿Dónde comienza la disciplina?

La escritora cristiana Elena White, declara: “La educación comienza en el hogar—En el hogar es donde ha de empezar la educación del niño. Allí está su primera escuela. Allí, con sus padres como maestros, debe aprender las lecciones que han de guiarlo a través de la vida: lecciones de respeto, obediencia, reverencia, dominio propio. Las influencias educativas del hogar son un poder decidido para el bien o para el mal. Son, en muchos respectos, silenciosas y graduales, pero si se ejercen de la debida manera, llegan a ser un poder abarcante para la verdad y la justicia. Si no se instruye correctamente al niño en el hogar, Satanás lo educará por instrumentos elegidos por él. ¡Cuán importante es, pues, la escuela del hogar!—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 83.

La verdadera educación es enseñar al niño a gobernarse solo.
Tres enseñanzas importantes:
No les permitan que sus hijos manifiesten su enojo.
Enséñenles a ser bondadosos y pacientes.
Enséñenles a ser considerados con otros.

La obra de los padres precede a la de los maestros.
Los padres deben aprender a dirigir. En el hogar debe haber pocas órdenes, pero bien cumplidas. Los padres deben esperar obediencia. Cada vez que el padre exagera en alguna orden o amenaza, pierde autoridad y credibilidad. Por otro lado no siempre se pueden explicar las razones.

Si, por alguna razón, el padre o la madre advierten que han cometido un error o alguna injusticia, debe ser lo suficientemente humilde, como para pedir perdón a su hijo y enmendar ese error o injusticia. Esa será una lección invaluable para su hijo.

Los hijos deben aprender a pedir ayuda divina. El ejemplo de sus padres en este aspecto es importante.

Estimule el pensamiento independiente. Recuerde que la verdadera educación es enseñar al hijo a gobernarse solo.

No todos los hijos son iguales. Deben intentarse métodos diferentes. Se debe tener mayor cuidado con los niños talentosos. Deben aprender a mantener humildad y simpatía hacia los demás.

Debemos quitar el egoísmo de sus corazones lo más temprano en su vida posible. A través de actos de dadivosidad y generosidad, el niño aprenderá a compartir con otros lo que Dios le ha dado.

La Biblia debe ser el primer libro de texto del niño.


Las lecciones más importantes en la vida de los hijos
La lección más importante: La obediencia. El niño debe aprenderla desde el vientre de su madre. Desde antes que tenga edad para razonar. Recordemos que la obediencia a los padres conduce a la obediencia a Dios.

Cuando se dé una orden, no se admitan disculpas o evasivas. No se permitan excepciones. No ser irracionalmente estrictos.

Debemos, en la medida de lo posible, explicar al niño por qué debe obedecer. Pero también debe desarrollar suficiente confianza en sus padres, de tal manera, que, cuando no se le pueda explicar, de todos modos debe obedecer. La palabra de los padres debe ser ley.

Otras lecciones importantes son:
Dominio propio. El niño no debe gobernar, no es el amo. No deben dar rienda suelta a la ira. No pedir las cosas con llanto; no permitir que se echen al suelo, patear, gritar.

Respeto. La indiferencia de los padres estimula la falta de respeto.
Cuando los padres no mantienen su autoridad, los hijos en la escuela no respetarán a los maestros ni los reglamentos de la institución escolar.

Reverencia. Se aprende en el hogar. Los padres y los hijos deben mantener una relación con Dios muy estrecha. La reverencia de los niños en la iglesia evidencia reverencia en los cultos de su hogar.

Es de gran importancia resaltar, que todo el proceso de disciplina, debe estar saturado de mucho amor. Un hijo jamás debe recibir castigo alguno cuando el padre o la madre están enojados. Y, antes de administrar algún correctivo, platiquen con sus hijos, razonen con ellos y oren con ellos.

La salud como parte de educación y disciplina. Los hábitos de salud contribuyen a la educación y disciplina de los hijos. La temperancia debe formar parte de su vida desde muy tierna edad. La higiene. Baños, ropa limpia, aseo bucal. Horas regulares de sueño, etc. Deben acostarse temprano y dormir suficiente. No permitan que se desvelen innecesariamente.

La televisión es un agente educativo de Satanás. Pero, si encuentra algún programa que pueda ver junto con su hijo, hágalo. Nunca el hijo debe ser quien elija los programas y horarios de televisión. En esto mantenga un control total.

La alimentación debe contribuir en la disciplina de los hijos. Comer a horas regulares y comer alimentos sanos y nutritivos. El consumo de azúcar en exceso es un gran daño para la salud física, mental y espiritual de los niños.

Hábitos prácticos: Laboriosidad. Los hijos deben compartir las cargas del hogar. Asígneles una o más actividades diarias en el hogar. No permita que haya ociosidad en la vida de sus hijos.

Uso adecuado del tiempo. Que tengan un horario. Vigile que se cumpla ese horario. Esta es una disciplina que ayudará al hijo a saber el gran valor del tiempo.
Además deben incorporar a su vida hábitos de diligencia y perseverancia, abnegación, generosidad, economía y ahorro.

La formación del carácter de sus hijos es la tarea suprema.

Sobre todo, los hijos son tesoros que Dios ha puesto bajo nuestro cuidado, de los cuales habremos de dar estricta cuenta al Todopoderoso.


Autor: Ptr Matias Soto.

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