Ya han transcurrido algunos días de este año. Ya ha quedado atrás el 2014, con todos sus triunfos y derrotas, sus éxitos y sus fracasos, sus alegrías y tristezas, sus momentos difíciles, problemas y sinsabores. Ahora llega un nuevo año, el 2015, que también seguramente tendrá momentos buenos y momentos malos, problemas y soluciones, pruebas y necesidades, victorias y descalabros. Precisamente porque este año tendrá todos estos ingredientes, ¡qué importante es permanecer al lado de nuestro Dios, recorrer cada día de este nuevo año tomados de su mano!
El mundo tiene
grandes expectativas de este 2015. El año anterior fue un año difícil, con
crisis económicas en prácticamente todo el mundo. Con una creciente crisis
social manifestada en familias desintegradas, valores pisoteados, aumento de la
violencia y el crimen. Ni que hablar de la cantidad de conflictos armados y
desastres naturales ocasionados por el maltrato del mismo hombre a la
naturaleza…
La gente, la sociedad en general, espera que este año 2015
sea mejor. Pero no hace falta ser un sabio para darse cuenta de que cada año la
situación es peor, de que la vida es más difícil en todos los aspectos con cada
año que pasa. Y nosotros como cristianos sabemos que nos acercamos al final de
los tiempos, sabemos que cada año que pasa no es uno más, sino uno menos en la
espera del regreso de nuestro Señor Jesús.
Entonces, reiterando, ¡qué importante será en este nuevo año
mantener la mirada en el Invisible, la confianza, la fe en nuestro Dios! Así
como lo hizo Pedro en los momentos en los que camino sobre el agua. Pudo hacerlo
precisamente porque mantuvo su mirada y confianza en Jesús, y cuando dejó de
hacerlo, fue cuando se hundió. Asimismo, nosotros vamos a caminar sobre las aguas
embravecidas este mar llamado 2015, quizás en muchos momentos con tormentas
amenazantes, vientos en contra y rodeados de tinieblas. Sin embargo, no tenemos
nada que temer, sabiendo que podemos llegar al puerto seguro mientras tengamos
nuestra mirada y confianza en Jesús, y no en nosotros mismos. Y aun si llegamos
a caer en algún momento, nuestro Dios amante nos extenderá la mano inmediatamente
para rescatarnos.
(Pero claro, para
confiar plenamente en alguien tienes que conocerlo profundamente. ¡No se puede
confiar en quien no conoces! Por lo tanto, confiar en Dios requiere primero
conocerlo más, consagrarse a Él en una vida de comunión y compañerismo día a día,
a través de la oración, y el estudio de su palabra, entre otras formas).
El tiempo pasa rápidamente, por eso es muy importante
aprovechar cada segundo. Pablo aconsejaba: “Así que tengan cuidado…aprovechando
al máximo cada momento (Efesios 5:15,16). La vida humana es fugaz y pasajera, y
no vale la pena gastarla en lo que no traerá provecho para la eternidad.
Dios tiene preparadas muchas cosas buenas para nosotros en
este nuevo año. No importa lo que suceda, todo, absolutamente todo, obrará en
nuestro favor. Así lo afirma la escritura en Romanos 8:28: “A los que aman a
Dios, todas las cosas los ayudan a bien…”
Debemos saber que Dios tiene un plan para nuestra vida, de
otra manera la vida no tendría ningún sentido. “Tú fuiste creado con un diseño exclusivo. El molde en que fuiste
formado nunca más se volvió a usar. Eres una creación única, traída a este
mundo con un propósito único. Es posible que muchas veces no entiendas el plan
de Dios y no sepas a donde quiere guiarte. Puede ser que en algún momento
sientas que solo te ocurren cosas malas. Pero recuerda que todas las cosas en
las manos de Dios redundarán para tu bien”.
Por otro lado, que en este 2015 cada pensamiento, cada
palabra, cada cosa que hagamos sea para alabar el nombre de Jesús. (1ª Corintios
10:31). Que todo sea hecho para la honra y gloria de Dios. Así que pongamos
todo nuestro corazón y todo nuestro esfuerzo en todo lo que hagamos en el
hogar, en el trabajo, en la escuela, en la familia, haciéndolo para complacer a
Dios. Ese es el consejo de Pablo en Colosenses 3:17,18.
En síntesis, he aquí la receta para tener un gran año 2015:
1.- Confiar plenamente en Dios, lo que implica previa comunión
y compañerismo con Dios y con su hijo Jesús.
2.- Aprovechar el tiempo al máximo.
3.- Entender y descubrir que Dios tiene un plan, un propósito
para nuestras vidas.
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