En una noche de paz y tranquilidad vino al
mundo el Salvador de la humanidad.
Un ángel desciende
del cielo. El Rey de reyes y Señor de señores está a punto de nacer, el ángel
busca a quien comunicarle esta buena nueva. Entonces empieza a buscar en el
templo con los sacerdotes y gobernantes del país; se da cuenta de que ellos
tienen su atención en todo, menos en el nacimiento del Mesías.
Los sacerdotes y
gobernantes habían malinterpretado las Escrituras, ellos creían que vendría un
Rey grande y poderoso que los iba a liberar de los romanos y que a su vez iba a
enaltecerlos como pueblo ante todas las naciones, de tal manera que estas se
inclinarían ante ellos. El ángel los vio llenos de religiosidad, se dio cuente
que hacían los ritos solo por costumbre, perdieron el verdadero significado.
Triste, el ángel no pudo anunciar la buena nueva en esos lugares. Después fue
al pueblo, miró como la gente solo se interesaba en hacer negocios, y
satisfacer sus propias necesidades, olvidaron que eran nación santa y apartada
para Dios.
Mientras tanto
hubo ángeles que acompañaban a José y María en su viaje de Nazaret a Belén. El
decreto romano alcanzó a los moradores de Galilea, así fue cumplida la
profecía, el Mesías debía nacer en la ciudad de David. Pero José y María no fueron
reconocidos ni honrados en la ciudad de su linaje real, cansados y sin hospedaje
siguieron su viaje. Buscaron en vano un lugar para pasar la noche, no había
sitio para ellos en ninguna posada, el único refugio que encontraron fue un
pesebre, allí nació el Redentor del mundo, sin que los hombres lo supieran, la
noticia había llegado al cielo. Todo el
universo estaba atento, el mundo entero resplandecía en ese momento ante la
llegada del Redentor, muchos ángeles estaban reunidos en espera de una señal
para declarar las buenas nuevas.
Corazones sinceros
Cuando el ángel
recorrió toda la región y vio que nadie estaba atento al gran evento que había
ocurrido pensó en regresar al cielo a comunicar tan triste situación, pero de
repente a las afueras de Belén escucho platicar a unos pastores, ellos
anhelaban la venida del Mesías. Con corazones sinceros, sencillos y fervientes,
alababan y glorificaban a Dios con todo su ser. El ángel al ver estas virtudes
en aquellos hombres decidió comunicarles la gran noticia; la claridad de Dios
lo llenó de resplandor y los pastores tuvieron miedo “pero el ángel les dijo:
“No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de
mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador,
que es Cristo el Señor”(Lc 2:10,11). Al
oír estas palabras, las mentes de los atentos pastoree se llenaron de visiones,
pero el ángel debía prepararlos para reconocer a su Salvador en la pobreza y
humildad. “Esto les servirá de señal: encontrarán a un niño envuelto en pañales
y acostado en un pesebre” (Lc 2:12). El ángel había calmado sus temores, les
habia dicho como hallarían a Jesús.
La majestad entre los hombres
Toda la llanura
quedó iluminada por el resplandor de las huestes celestiales, entonces se
escuchó un canto: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que
gozan de su buena voluntad” (Lc 2:14). Al desaparecer los ángeles, la luz se
disipó y las tinieblas volvieron a invadir las colinas de Belén, pero en la
memoria de los pastores quedó la imagen más resplandeciente que hayan
contemplado los seres humanos. Después de este acontecimiento los ángeles
regresaron al cielo y los pastores se pusieron en camino, deseaban ver lo que
los ángeles les habían anunciado. Con gran gozo encontraron a José, María y el
bebé envuelto en pañales acostado en el pesebre. Después de contemplar este
acontecimiento, glorificaron y alabaron a Dios.
Hoy día esperamos
el segundo advenimiento de Jesucristo y pareciera que la historia se repite. El
pueblo de Dios está interesado en otras cosas, menos en la segunda venida del
Hijo de Dios, ha perdido el verdadero motivo de adorar a Dios. Preferimos estar
cómodos y velar por nuestros intereses personales, que hacer la voluntad de
Dios. Esto refleja nuestra falta de comunión con el. Hoy Cristo está a punto de
venir y nosotros nos comportamos igual que el antiguo Israel.
Mi oración es que
pronto pueda haber un reavivamiento en nuestro corazón, que sea el Espíritu
Santo quien nos ayude a consagrarnos a Dios, que las profecías, doctrinas y
toda enseñanza nos ayuden a tener a Cristo como el centro de nuestras vidas.
Que en esta Navidad y el resto de nuestras vidas gire alrededor del Salvador.
¡El viene pronto!
Yair Morales Hernández
Expresión joven,
Diciembre 2011
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