Después de un periodo de tiempo trabajando o
estudiando, todos sentimos la necesidad de tomar un descanso, de tener unas
vacaciones. Y si estas fueran totalmente
pagadas por alguien más, ¡sería fabuloso! ¿No es cierto?
No podrías creer la historia de Luciana. Simplemente increíble:
Un agradable domingo de verano, ella se encontraba
disfrutando de la tranquilidad de su habitación, leyendo un buen libro, cuando
el teléfono sonó. Al responder la
llamada, una voz muy alegre y amable le informó y aseguró que era la ganadora
de un concurso que se había llevado a cabo en la tienda departamental de la
cual Luciana era cliente distinguido, (y frecuente, también).
Su nombre había sido escogido entre cientos y cientos
y ahora era la feliz ganadora de un viaje todo pagado a Las Bahamas, por
toda una semana. Ella no tendría que
pagar absolutamente nada, y su premio incluía los boletos de avión, una suite
de lujo en un hotel de cinco estrellas, un carro rentado para su estancia,
algunos pases para lugares de entretenimiento, y la comida diaria.
Al principio Luciana creyó que se trataba de una
broma, debido a que todo era demasiado bueno para ser cierto, pero la señorita
del teléfono le aseguró que si acudía al día siguiente a la tienda departamental
y hablaba con el encargado de servicio al cliente, ahí le darían sus boletos y
toda la documentación necesaria que la hacía acreedora a tan magnífico premio.
Así que Luciana, aun sin creerlo, y con cierto temor
de haber sido engañada, se presentó en la tienda, esperando que quien la
atendiera le dijera que no sabía de qué estaba hablando. ¡Pero no sucedió así! ¡La
estaban esperando! Inmediatamente la señorita que la atendió le explicó
(exactamente como lo había hecho la misma chica del teléfono) de todo lo que el
premio incluía, ¡y que ella no tendría que pagar absolutamente nada! Le entregaron sus tickets de vuelo, su reservación,
y todo lo necesario, le tomaron una foto para el recuerdo y la despidieron
alegremente.
Luciana llegó a su casa sorprendida. Una y otra vez
repasaba todos los tickets que le habían dado y por fin se convenció de que no
era ninguna broma, que efectivamente era la feliz ganadora de un viaje todo pagado a uno de los lugares turísticos
más formidables que existen.
Comenzó por contar lo sucedido a sus padres primero,
luego a su novio, luego a sus amigas y en un par de días a prácticamente todas
las personas con las que tenía contacto. Se le notaba muy entusiasmada con su
viaje y más aun, por el hecho de que todo era GRATIS. Sin haber hecho NADA, ¡ahora tenía TODO!
El vuelo que la llevaría a su destino turístico estaba
marcado para las 7:30 de la mañana del día 12 de agosto. Tenía poco más de un mes para prepararse y
dirigirse a disfrutar de las mejores vacaciones de toda su vida.
Luciana mantuvo durante algunos días su emoción por
haber ganado premio tan excelente. Sin
embargo, al cabo de una semana, y habiendo regresado a su rutina normal, se mantenía
ocupada en su empleo en una oficina y pasaba gran parte del día dedicada a su
trabajo, olvidándose por largos periodos de que un viaje maravilloso estaba en
su futuro.
Todos alrededor de Luciana notaron que ella ya casi no
hablaba de su viaje, al término de dos semanas.
Una amiga le sugirió un día que tendría que comprarse
alguna ropa de playa, y quizá algunos accesorios como un sombrero, lentes de
sol, bloqueador solar, una buena cámara fotográfica, y Luciana asintió, pero
dijo que lo haría después, cuando la fecha se fuera acercando.
Cuando la abuela llegó de visita a casa de Luciana, le
pidió que le contara de su viaje que estaba por realizar, pero Luciana ya no se
veía tan entusiasmada como al principio.
En cambio le dio una lista de todas las cosas que tendría que hacer
antes de irse de viaje, y que la estaban abrumando.
Faltaban solamente dos semanas para que llegara el día
en que Luciana se marcharía, y todavía no había comprado absolutamente nada
para su viaje, ni siquiera tenía en su guardarropa un solo traje de baño, o
vestidos de playa. Sabía que tenía que adquirir
alguno pero dejo que el tiempo siguiera su marcha, ya lo haría después.
Y faltaba sólo una semana. Ya ni Luciana ni la gente
que la rodeaba comentaban del fabuloso premio; de hecho, la noticia que llenaba
la vida de Luciana era que su novio le había confesado que quería casarse con
ella y eso la mantuvo más ocupada en pensamientos que el dichoso viaje. Sus
amistades, haciendo gran revuelo por la noticia, se ofrecieron en hacer una
fiesta a la feliz pareja y entonces se ocuparon en los preparativos por toda
una semana.
Y por fin llego la noche anterior al viaje. No había
una maleta hecha en la habitación de Luciana, no había ninguna cámara fotográfica,
no había ropa de playa, ni siquiera los boletos de avión estaban a la vista.
Todo estaba como cualquiera otro día.
Y el domingo 12 de Agosto llego. Ninguna alarma de
despertador sonó esa mañana en la habitación de Luciana. Ella durmió
tranquilamente hasta las diez y treinta del día.
En el aeropuerto, el vuelo 469 con destino a Las
Bahamas, salió sin retraso a las 7:30 a.m., sin Luciana.
Que chica más tonta, dirían algunos. Otros nos preguntaríamos,
¿por qué Luciana actuó de esa forma? ¿Qué fue lo que hizo que ella perdiera ese
viaje tan maravilloso?
Esta historia (no verídica, por supuesto) nos ayuda a
entender algo que es de mayor seriedad en nuestra vida espiritual.
¡Nosotros también hemos sido privilegiados con un
regalo muy especial que nos ha costado absolutamente NADA! Y es la vida
eterna. Aunque nosotros no sabemos con
exactitud a qué hora ni que día sale nuestro “vuelo”, sabemos por supuesto que
el día está cerca, cada día más cerca.
Cuando supimos de ese maravilloso regalo, un viaje
todo pagado, de hecho, el mejor que a algún ser humano se le haya ofrecido,
comenzamos a platicar de él a nuestros seres queridos, a nuestros amigos; estábamos
entusiasmados con la idea de que sin haber hecho NADA, una llamada nos
informara que éramos acreedores a tan valioso regalo.
Pero el tiempo fue pasando y volvimos a nuestra vida
habitual, ya sin mucho entusiasmo y sin nada de preparación. ¿Ropa, cámara, trajes de baño, lentes de sol,
bloqueador, sandalias, toalla de playa?
Nos suena como a desarrollar los frutos del espíritu y obtener un carácter
muy especial para poder ir allá. ¿Que no
puedo ir así como estoy? ¿Así como soy? ¿Que
de verdad necesito apropiarme de esas cosas?
Y entonces, asuntos que nos emocionan (o preocupan)
mas, vienen a ocupar nuestra mente, tanto que ya ni pensamos en ese viaje. Al principio nuestros seres queridos ven que
la chispa de nuestro entusiasmo se está apagando, pero al final ya nadie
comenta nada, como si el tiempo nunca fuera a llegar, o como si hubiera tardado
tanto, que ya ni vale la pena estar entusiasmado.
Pero el día ha de llegar, estemos listos o no, nos
hayamos preparado o no, hayamos hecho provisiones espirituales o no. Y el vuelo que está programado para entonces saldrá
como se ha provisto. Que vayamos o no en ese vuelo especial dependerá única y
exclusivamente de nosotros. Quien viene a llevarnos al más maravilloso viaje jamás
soñado ya pagó todo, ya hizo todos los arreglos necesarios. Solo viene por
nosotros.
Si ya hemos descuidado nuestra preparación, tenemos
que volver a hacer una lista de las cosas que nos faltan, dejar de ocupar
nuestra mente en cosas triviales y que no nos llevan a ningún lado, y hallar
nuevamente placer en la contemplación de las cosas que se nos ha prometido
veremos allá. Tenemos que hablarles a otros de nuestro
viaje, porque a ellos también se les ha regalado lo mismo, ¡y sin duda será más
emocionante si las personas a las que queremos también nos acompañan!
Que no se pierda la ilusión, ni la emoción. El día del
vuelo se está acercando cada vez más, y ya tenemos solo un poquito de tiempo
para prepararnos y preparar nuestro espíritu para tan grandioso acontecimiento.
Supongo que ninguno quiere quedarse dormido, como lo hizo Luciana, ese día
especial, ¿verdad?
Pues
arriba el ánimo y a seguir adelante, porque ya casi nos vamos de vacaciones, y
éstas, ¡serán eternas!
Autor: Cecilia López
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