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Navidad


"Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres"! Lucas 2:10-14

Fiestas navideñas: ocasión para el regocijo, para dar regalos, para estrenar ropas nuevas, para la reunión familiar, para el reencuentro con los amados que están lejos, para disfrutar de ricos manjares...


Pero también, tristemente, ocasión para riñas, excesos, juerga y borracheras; para sembrar de basura las calles; para dilapidar egoístamente nuestro dinero en cosas pasajeras. Tiempo para los accidentes en el hogar, la calle y la ruta, con su saldo de heridos y muertos innecesarios (siempre lo son), como triste fruto de la "celebración". 

Noche en que recordamos el advenimiento del Redentor del mundo ignorándolo por completo ¡Qué paradoja!

Hemos acumulado tantas tradiciones locales y foráneas que se nos olvidó el verdadero motivo por el cual nos reunimos en estas fechas.

En vez de Cristo, Papá Noel; en lugar del pesebre y los ángeles; nueces, almendras, turrones, luces y arbolito.

No que sean malas estas cosas por sí mismas; sinó que terminaron desplazando al verdadero Personaje de esta fiesta.

¿Y qué tenemos?

En lugar de paz y buena voluntad, nervios y apresuramiento.

Más que gloria a Dios, casi todos la buscamos para nosotros mismos.

Resulta más importante no olvidarse de traer el pan dulce, que gozar de la dulce compañía del Dios encarnado.

En vez de ser un momento de reflexión, es la hora del aturdimiento.

En lugar de acercarnos a Dios, lo hacemos a un lado para "disfrutar" de algunos placeres sanos y de otros más bien dudosos.

¿De que vale un cumpleaños sin el cumpleañero? Por otro lado poco importa si el 25 fue o no la verdadera fecha del nacimiento de Jesús. Siempre es bueno recordarlo.
Aunque pareciera que el destino de Jesús fue y siempre ha sido el de ser ignorado:
  • Cuando nació, ni siquiera tuvo lugar en alguna cama decente, siendo despreciado por los hombres. "Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él" (Mateo 2:1-3). Ninguno de los que supieron de su nacimiento fue a verlo; apenas algunos pastores y unos pocos extranjeros lo honraron.
  • Al comenzar su ministerio, Juan el Bautista lo anunció como el "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", sin embargo apenas dos personas lo siguieron, el resto siguió ignorándolo. Su Mesías resultó un desconocido: "...Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado".  Juan 1:25-27
  • Después de su resurrección, se unió en el camino a dos angustiados discípulos, sin ser conocido por ellos: "Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos.  Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen".Lucas 24:15,16
Pero el niño ignorado no se olvidó de sus ingratas criaturas.

Creció, se hizo hombre, y murió para pagar la deuda de nuestros pecados y así poder ofrecernos la vida eterna.

Ese mismo Jesús que resucitó de la tumba y ascendió al cielo, es hoy nuestro Salvador y nuestro Amigo Celestial, pronto a socorrernos.

Por último y mejor todavía, es la mayor esperanza de la humanidad. El Rey que nació en Belén es el Rey que viene en las nubes de los cielos.

Esta esperanza sublime es proclamada en el Padrenuestro, cuando decimos "venga tu Reino", anunciada en el credo como el que "ha de venir a juzgar a vivos y muertos" y confirmada en abundantes pasajes de la Sagrada Escritura.

Pronto vendrá. Él lo prometió ¿Por qué no recibirle hoy?

Tengamos en esta Navidad un lugar para el Señor Jesucristo en nuestra mesa, familia y corazón. Leamos un pasaje del evangelio, comentemos su profundo significado, elevemos una oración de gratitud, pero por sobre todo, gocemos el privilegio de su compañía en cada día de nuestras vidas.

No lo dejemos afuera en estas fiestas.








Willy Grossklaus docente del Instituto Adventista de Formosa (Argentina)

http://www.fulladventista.net/2010/12/navidad.html




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