La historia de Caleb, (quien era uno de los 12
espías del pueblo de Israel enviados a reconocer y a traer
informes de la tierra prometida), debería inspirarnos, animar a terminar
lo emprendido. Desafía a finalizar la carrera propuesta. Amonesta a no
rendirse, a no quedarse a la mitad del camino. Impulsa a llegar a la meta, a
alcanzar el objetivo, a ser fiel al señor hasta el fin.
Cuantos proyectos se inician y no se terminan.
Se inicia la vida matrimonial y tiempo después se rompe la relación. Se inicia
la escuela pero no se concluye. Las dietas para adelgazar se quedan a medio
camino. Los propósitos de año nuevo se olvidan en cuestión de días. Y lo mas
triste aun, se comienza la vida cristiana y se abandona; no se llega hasta el
final.
La vida de Caleb contiene el secreto para una larga vida espiritual. Caleb fue fiel hasta
el fin. Nunca envejeció espiritualmente. Es un ejemplo de cómo envejecer en
edad, pero mantenerse fuerte y sano espiritualmente.
Vamos a descubrir en la vida de Caleb algunos
principios que necesitamos para correr y finalizar la vida cristiana. Primero,
se entrego totalmente al señor. Todos los demás principios se derivan de este.¿Qué
significa seguir al señor completamente? Significa seguirlo de todo corazón, no
a medias, sino totalmente. Hay quienes hacen promesas al señor cuando están
afligidos, cuando están enfermos, cuando tienen dificultades. Pero cuando llega
la paz y sonríe la felicidad, se olvidan del señor.
¿Estamos siguiendo totalmente al señor?
Tengamos cuidado, porque podemos llegar a engrosar las filas de aquellos que
abandonan la carrera. Las promesas de Dios son fieles y verdaderas, pongamos
toda nuestra confianza en ellas. Caleb creyó de todo corazón las promesas de Dios,
mientras que todos los demás solo pensaban en los problemas. Los que siguieron
a Dios con un corazón a medias no terminaron la carrera, fueron descalificados.
La vida de Caleb no fue fácil. Fue invitado a
unirse a la mayoría. Se le amenazo con la marginación y la soledad, y expuesto
al ridículo. Fue tentado en complacer al grupo, a abandonar la dirección de
Dios y seguir los planes humanos. Fue tentado a mirar a los gigantes y salir
huyendo, en vez de mirar a Dios y seguir adelante.
Caleb vivió casi 40 años, con una nación
incrédula, rodeado de gente que no amaba a Dios de corazón.¿Cómo mantuvo su
vida espiritual tanto tiempo? ¿Cuál fue el secreto para llegar hasta Canaán
cuando la gran mayoría se quedo en la frontera? ¿Cómo pudo estar rodeado de
incrédulos y no perder su fe? ¿Cómo pudo estar en el desierto más de 40 años y
seguir suspirando por Canaán?.
Caleb se mantuvo firme de parte de Dios. Busco
la aprobación de Dios y no el aplauso de los hombres. Lo más fácil habría sido
seguir a la multitud, aceptar su actitud derrotista y su pensamiento negativo.
Sin embargo, se mantuvo firme a favor de la verdad. Se preocupaba más por estar
bien con Dios que de complacer al pueblo.
A veces experimentamos lo mismo que Caleb.
Puede que nuestra fidelidad a Dios haya traído dificultades, dolor y sufrimiento.
Quizá el abandono del cónyuge o de los hijos. O quizá has perdido el empleo.
Puede que tus familiares o amigos te ridiculicen. Sin embargo, recuerda la vida
victoriosa de Caleb. Mantente firme. Procura complacer a Dios y no a la
mayoría.
Caleb disfruto de larga vida espiritual porque
le tomó la palabra a Dios. El tiempo de espera, la demora en el cumplimiento de
la promesa, no ahogo su fe. Confió plenamente en lo dicho por el señor. Creyó
firmemente que cumpliría lo que había prometido.
El síndrome del microondas ha perturbado la
mente del hombre actual. Todo se desea al instante. Se ofrece dinero al
instante, comida al instante, prestamos al instante, servicio al instante,
envíos al instante.
A veces algunas personas piensan de la misma
manera en el mundo espiritual. Ya no se quiere esperar, la demora causa
impaciencia. Cuando la respuesta de Dios se demora se pierde la confianza en
las promesas divinas.
El fiel guerrero no recibió su herencia en Canaán
un año más tarde, ni 5, ni 10, ni 20, ni 30 años después, espero más de 40
años. No entro inmediatamente a la tierra prometida. Primero tuvo que andar
errante por el desierto con aquel pueblo infiel, escuchando sus quejas y
amargas murmuraciones durante más de 4 décadas. Decían cosas como: “nos
acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los
melones, los puerros, las cebollas y los ajos (Núm. 11:5)
El diablo no ha cambiado sus métodos. Hoy, del
mismo modo, susurra a nuestros oídos: “Recuerda los viejos tiempos. Eran
mejores que ahora. Deberías regresarte a tu pasada manera de vivir”. El diablo
es inteligente, no dice: acuérdate de los días malos, nada más te dice
acuérdate de los días buenos.
A diferencia de los rebeldes israelitas, Caleb
se aferró a las promesas de Dios. No le importo esperar más de 40 años. Sabía
que Dios era fiel en el cumplimiento de sus promesas.
Tiempo después, mientras el sacerdote Eleazar
y Josue distribuían a los hijos de Israel la porción de tierra que les tocaría
como herencia, Caleb se dirigió a Josue y le dijo: “Dame pues ahora este monte
donde están los anaceos y que hay ciudades grandes y fortificadas”. Su petición
demuestra que tenía un espíritu joven aunque su edad cronológica fuese de 85
años. Era un hombre que no temía los desafíos. Los gigantes anaceos estaban
allí. Pero Caleb se sobreponía a los obstáculos, por enormes que fueran. Las grandes
ciudades amuralladas no lo atemorizaban. Tenía una mente positiva. Aunque sus
enemigos eran gigantes, y eran muchos, el afirmo con convicción: “Los echare”.
Por encima de estos notables rasgos de
carácter estaba el tesoro más precioso que Caleb guardaba en su corazón:
Anhelaba y buscaba profundamente el compañerismo con Dios. Este fue el secreto
de su fidelidad a Dios, fidelidad que se mantuvo hasta el día de su muerte.
Caleb suspiraba por el compañerismo con Dios,
mientras que los otros israelitas suspiraban por Egipto. Caleb se proponía
conquistar Hebrón cuando los demás miraban hacia atrás. Caleb miraba hacia el
futuro mientras los demás miraban hacia el pasado. Caleb deseaba complacer a
Dios mientras los demás solo procuraban complacerse a si mismos.
Si deseas ser espiritualmente sano, si piensas
tener larga vida espiritual, muévete hacia delante, procura crecer
espiritualmente, nunca mires hacia atrás. Así avanzaras constantemente. Sigue
al señor, no vivas tu vida cristiana esperando el aplauso de los demás.
Recibirás muchas presiones para que abandones la carrera. Las circunstancias te
desafiaran. Pero puedes correr fortalecido en el señor. El te observa
constantemente. Continúa procurando el compañerismo y la comunión con el señor.
Autor: Desconocido
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