Mucho se ha hablado y escrito ya acerca del tema de las adicciones. Numerosos esfuerzos se han hecho para prevenirlas, evitarlas, combatirlas, tratarlas y curarlas. Pero hasta ahora, dichos esfuerzos de la sociedad, escuelas, instituciones, religiones y gobiernos parecen ser insuficientes e infructuosos.
Hoy en día hay un sinfín de cosas a las que
puedes volverte adicto, como los videojuegos, las redes sociales, navegar en
Internet, la televisión, el sexo, la masturbación, la pornografía, el cigarro,
el alcohol, las drogas, los medicamentos por prescripción, y muchos más.
¿Cómo reconocer que se tiene una adicción? Para
empezar, tenemos que definir a la adicción como la dependencia o necesidad
hacia alguna sustancia, cosa, acto o situación, causada por la satisfacción que
produce en la persona.
Una de las señales más evidentes de que se es
adicto a algo, es la imposibilidad de reprimirse ante lo adictivo, en muchas
ocasiones, sabiendo que se trata de algo nocivo para la salud física, mental,
emocional y espiritual. La adicción produce una sensación de placer, que cuando
no se tiene, provoca malestar; este malestar inicialmente es de tipo anímico, y
posteriormente, dependiendo del tipo de adicción, se va convirtiendo en físico. Es por esto que
se recurre al objeto de la adicción con mayor frecuencia, creándose así un
círculo vicioso.
Estas
son algunas de las realidades acerca de las adicciones:
Las adicciones se presentan de manera casi
imperceptible, cuando se establecen hábitos aparentemente inofensivos y
controlables. Empiezan con una
insignificancia, pero luego cobran mas fuerza porque se va incrementando la
intensidad del deseo, y desde luego, la dificultad para controlarlo. Nadie es
inmune. ¡Nunca subestimes el poder de una adicción!
Las cuestiones importantes (estudio, trabajo,
familia, espiritualidad, etc.) pasan a un segundo plano dándole prioridad a lo
adictivo.
Las adicciones no solo afectan a la persona
que las padece. La realidad es que afectan a cada individuo que rodea a la
persona en cuestión: padres, hermanos, novio (a), esposo (a), amigos, comunidad.
El adicto utiliza frases como: “Puedo dejarlo
cuando yo quiera”. “Es mi vida”. “Con
una vez que lo haga no va a pasarme nada”. ” No estoy dañando a nadie.” “Todo
el mundo lo hace”.
Las adicciones, aun las más “inofensivas”,
suelen cobrar un precio muy elevado en cuanto a tiempo, dinero, neuronas,
metas, felicidad, relación con Dios y con los demás.
Uno de
los mayores dones que Dios te ha dado, aparte de la vida misma, es el de poder
elegir. Pero cuando te vuelves adicto a algo, renuncias a tu libertad. Te vuelves esclavo, y tu
adicción, el amo. Sin embargo, Dios tiene el poder necesario para ayudarte si
te encuentras al borde de cualquier adicción, o ya inmerso en ella. Por muy
difícil que parezca superarla, aun
después de todos tus esfuerzos por dejarla, sin importar el tiempo que has
pasado hundido en ella, Dios quiere y puede librarte de ella. Recurre a El
en oración constante y estudia su Palabra. ¡Pide su ayuda todopoderosa y
entonces lograrás la victoria!
Nunca olvides que tu cuerpo es “templo del
Espíritu Santo”. Por lo tanto, si estás pasando por depresión, enojo,
temor, inseguridad o sientes un vacio en
tu vida, no lo llenes con un vicio o un mal hábito, sino con algo más duradero
y satisfactorio. El apóstol Pablo aconseja: “Concentren su atención en las
cosas de arriba, no en las de la tierra” Col 3:2.
Así como puedes hacerte adicto a sustancias o prácticas
dañinas, también puedes elegir
actividades positivas que te den bienestar sin causarte prejuicios.
Algunas de ellas son :
·
Involucrarte en las actividades de
la iglesia, sociedad de jóvenes, clubes, etc.
·
Practicar deportes, hacer
ejercicio.
·
Aprender a tocar algún instrumento
musical.
·
Practicar la lectura de buenos
libros.
·
Adoptar un hobbie. (Fotografía,
cocina, astronomía, etc.)
·
Realizar actos de servicio
desinteresado.
·
Pasar más tiempo con la familia,
con buenos amigos, buscar empleo, adopta una mascota, cantar, escribir, aprender
otro idioma, etc.
Sin embargo, para todas estas actividades, para
todo proyecto que emprendas, para toda meta que te fijes, recuerda el sabio consejo
del apóstol Pablo en 1ª Corintios 10:31: “Entonces, ya sea
que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la
gloria de Dios.”
Autor: J.P Gutierrez
Autor: J.P Gutierrez
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