Hugo* era mi
compañero en la Institución donde cursé mis estudios profesionales. Era un buen
amigo, alegre, sano, con buen historial académico, sin carencias económicas, a
punto de iniciar sus prácticas profesionales en una empresa, y por ende,
cercano a terminar la carrera. Sin embargo, un día de vacaciones de verano recibí
un correo electrónico de un familiar comunicando su muerte, sin especificar la
causa, lo cual desde luego me consternó muchísimo. Peor aun fue, cuando al llamar posteriormente
a su casa, me informaron que el propio Hugo decidió terminar con su vida una
madrugada en su propio hogar.
En México, según
el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Información (INEGI), el suicidio está dentro de las tres principales
causas de muerte en los jóvenes, y de los aproximadamente tres mil 200
suicidios que ocurren cada año en México, en la mayoría de los casos se trata
de personas de entre 11 y 20 años aproximadamente. Otro dato importante es que
los suicidios en adolescentes generalmente son más frecuentes en zonas urbanas,
y se presentan con mayor frecuencia en los hombres que entre las mujeres.
Las estadísticas
son alarmantes, no cabe duda que se trata de un asunto sumamente delicado. ¿Cuáles
son las causas por los que un joven, con un futuro prometedor, como Hugo, le
pone fin a su existencia? En relación a ello, psicólogos de prestigiosas universidades
e instituciones de salud en nuestro país indican que esto se debe a diferentes
causas, entre las cuales se mencionan la depresión, el desinterés por la vida y
el estrés, los cuales a su vez son consecuencias de conflictos familiares,
rupturas amorosas, soledad, pérdida de un ser querido, problemas económicos,
desempleo, presión de los padres y/o maestros, bajo rendimiento escolar, entre
otros. Incluso, en muchos casos, esta situación se da por causas desconocidas.
¿Tiene algo que
ver el suicidio con el creyente cristiano? ¿Es posible que un joven cristiano
sienta esta tendencia, o tenga pensamientos de este tipo, en algún momento de
su vida? Una de las causas principales de suicidio que rara vez se menciona en
los estudios relativos al tema, es la ausencia de ideales religiosos. Es el
desconocimiento de Dios, de lo que puede hacer en nuestras vidas.
La persona que
atenta contra su vida (y que en muchos casos termina con ella), cree que no
existe otra salida, que no hay solución para sus problemas, que se acabaron sus
esperanzas. Pero quien conoce a Dios sabe que para el no hay nada imposible (Lc
1:37). Aquel que se quita la vida desconoce a Dios, o aun conociéndole niega su
intervención en su vida, niega su amor y su poder.
Una de las formas
que Dios usa para cumplir sus propósitos en nuestra vida, son las pruebas, las
adversidades, las crisis inevitables que en algún momento llegan a nuestra
vida. Es en esos momentos donde debe emerger la fe en las promesas de Dios y la
seguridad de que Dios esta al control de todas las cosas. Eso da una
perspectiva diferente de las situaciones difíciles, al colocar a Dios por
encima de las dificultades y no al contrario. Quien tiene este conocimiento,
esta esperanza, difícilmente pensará en
el suicidio como la “salida” a sus problemas. Dice la escritura en 1ª Corintios 10:13 (DHH): “Ustedes no han pasado por ninguna prueba que no sea
humanamente soportable. Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará
sufrir pruebas mas duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando
llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que
puedan soportarla”.
La Biblia
menciona algunos casos de personajes que optaron salir por la “puerta falsa”:
Saúl, Ahitofel, Zimri, Judas Iscariote. Si analizamos la historia de cada uno
de ellos, encontraremos que tienen algo en común: Ninguno de ellos tenía una
verdadera relación con Dios. No son personajes a los que consideremos como
hombres de Dios o héroes de la fe.
¿Es el suicidio un
pecado? A todas luces, lo es. En primer lugar, lo es porque se trata del
homicidio de la propia persona, transgrediendo el 6o mandamiento de Dios: “No
matarás”. En segundo lugar, como ya se mencionó, lo es porque le cierra la
puerta al Espíritu de Dios, lo cual, como ya es sabido, constituye el pecado imperdonable.
Es un error asumir el papel de Dios y decidir uno mismo el término de su
existencia.
La Biblia afirma
en 1ª Corintios 6:19,20, que nuestro cuerpo es morada del espíritu Santo, que
no es de nuestra propiedad. Por lo tanto, no le corresponde al ser humano
dañarlo, atentar contra el o acabar con la vida. Todo lo contrario asevera el
apóstol Pablo, debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo y espíritu, pues son
de Dios.
¿Qué puede hacer
una persona que tiene esta inclinación, aun incluso para aquellos que “conocen”
a Dios? ¿O como podemos ayudar a una persona con este tipo de pensamientos? Hoy
en día existe muchísima información que puede resulta útil para detectar
señales de advertencia en alguien que presente estas tendencias, así como para
ayudarlo o aconsejarlo. Sin embargo, lo primero que debería hacerse es instarlo
a platicar con Dios, mediante la oración. De igual forma ayudarlo a conocer a
Dios, a escucharlo, mediante la lectura de la Biblia. Estos son sin duda alguna
los recursos más eficaces. No obstante, también puede buscarse ayuda
profesional especializada, buscar una mejor comunicación con la familia, buscar
nuevas metas, abandonar malos hábitos, buscar nuevos intereses como practicar
un deporte, tener una mascota, tocar algún instrumento, leer un libro, ayudar a
otros, hacer ejercicio.
*Se cambió el nombre real.
http://www.revistafuturos.info/futuros14/suicidio_adoles1.htm
http://www.suicidologia.com.mx/imagenes/situacion%20actual%20del%20suicidio%20en%20mexico.pdf
http://www.inegi.org.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/Contenidos/estadisticas/2012/suicidio0.doc.
"Los personajes que optaron salir por la puerta falsa... No son personajes a los que consideremos como hombres de Dios o héroes de la fe"
ResponderEliminar