Existe
una historia fantástica que habla del perdón, donde DIOS demuestra lo que hace
por nosotros. Antes de ser crucificado
Jesús, Pedro, uno de los discípulos, le dice firmemente al Maestro que nunca lo
dejaría y si fuese necesario moriría por él. En ese
momento el impulsivo Pedro suena vehemente y arrebatado, pero en cierto punto
hizo ver mal a los demás discípulos. Pero Jesús le dice: “Pedro, antes que el gallo
cante, me habrás negado 3 veces”; Podemos pensar que Jesús esperaría que los
demás pudieran fallarle una vez, ¡pero Pedro lo haría tres veces!
Esa
noche la turba entra al jardín de Getsemaní enfilando intempestivamente en
dirección a Jesús, y se lo llevan arrestado. Y unas cuantas horas más Pedro lo
estaba negando a la gente que lo reconocía como uno de los que andaban con el
Maestro. Lo negó no una vez, sino tres
veces, tal y como Jesús lo había advertido.
Y
Pedro regresa a lugar de donde alguna
vez fue sacado. Regresa como todos regresamos al lugar de donde nos sacaron,
porque pensamos que esto de andar con Cristo no es para nosotros. Regresamos a
nuestro pasado y nos estancamos porque sentimos que no somos dignos de volver a
buscar a Jesús, que no somos nada; nos sentimos como alguien que le falla a
Jesús, no una, ni tres, sino decenas de veces.
Como Pedro, nosotros también prometemos que estaremos hasta el final, si
es preciso morir por Cristo, pero en el momento de crisis, lo negamos; lo negamos
en las más diversas formas posibles.
Incluso
hay ocasiones en que después de pedir perdón a Dios y alcanzar su gracia, lo
volvemos a hacer, una y otra vez; hasta llega el momento en que ya no queremos
pedir perdón porque en el fondo sabemos que no es un juego, que lo que hacemos
es enfermo. Esto de prometer, fallar,
pedir perdón, prometer, fallar, pedir perdón, nos cansa, y finalmente
terminamos alejándonos de Jesús pensando que así solucionamos nuestra carga de
conciencia.
Pero
volviendo a la historia de Pedro, cierto día, en ese mismo lugar de donde fue
sacado, aparece alguien y les grita “¡Ey! ¿sacaron algo, pescaron algo?”, Juan contesta
negativamente, y el mismo hombre les dice “¡Tiren la red por allá!”. El discípulo Juan se acerca a Pedro y le dice
suspicazmente “Este hombre no se va a ir, hagámosle caso y tiremos la red”, y al
hacerlo, Jesús les hace el milagro otra vez, el mismo milagro que les hizo
cuando los vio por vez primera se los hace nuevamente. Pedro sabe que es El,
pero se pregunta por qué otra vez Jesús está haciendo el mismo milagro para con
él, si le había fallado, ¿no es cierto? Prácticamente Jesús le hace un milagro
igual al primero para darle confianza, diciéndole ‘mis pensamientos para ti no
han cambiado’, y entonces Pedro sale a su encuentro.
Pero
¿qué dices cuando habiendo fallado te encuentras de frente con Jesús, cuando se
te cae la cara de vergüenza delante de su sola presencia, cuando en oración ya
has pedido perdón y sigues cayendo, cuando prometiste algo a Dios y a la primera
le fallaste?
No
digas nada, deja que El hable. En la historia, en ese encuentro conmovedor
entre Jesús y su discípulo, Cristo llama Simón a Pedro. ¿Por qué le dice Simón,
si El mismo le cambio el nombre a Pedro?
Es que Jesús quería fortalecer la confianza de Pedro otra vez. Y le hace la pregunta “¿me amas?” En unas
versiones de la Biblia dice que Pedro le contesta “te aprecio mucho”; y le pregunta
otra vez “¿me amas?” y él responde “te tengo mucho cariño”; Pedro no le dice
“te amo” porque piensa que si dice ‘te amo’ Jesús le cuestionará “entonces ¿por
qué me fallaste?, por eso no lo dice, pero a la tercera vez que Jesús le
pregunta lo mismo, Pedro con su voz quebrada, le dice “Te amo, Señor”.
Jesús
se aseguró que Pedro estuviera seguro de su amor. Y lo estaba, solo que se sentía terriblemente
avergonzado por haber fallado. Qué
hermoso es descubrir que Jesús no se acercó a condenarlo, sino a brindarle
confianza nuevamente. El Salvador le
dice a Pedro “¡REGRESA!”
Aún
cuando Pedro se sintiera derrotado, vencido, Jesús lo invita a volver al
camino. Aún cuando no se sintiera apto
para una comisión especial por parte del cielo, se le da la comisión más
importante jamás dada a hombre sobre la tierra.
Este
mensaje es para los que le han fallado a DIOS, una, tres, nueve, cien veces. Para
los que han tenido noches oscuras pensando que DIOS ya no te va a voltear a ver
porque le fallaste terriblemente.
Ve
a su encuentro, no tengas temor. Regresa
al camino, desde ahí desde donde te encuentras y de rodillas pide perdón y dile
“Jesús, te amo”.
Jesucristo
puede hacerte una mejor persona. Puede ayudarte a crecer. Los pensamientos que El tiene para contigo
son de bien y no de mal. El conoce tu futuro, y si tu caminas en sus pasos, sin
temor, ese futuro será grandioso. Solo Regresa.
Autor: Francisco Moreira.
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