Como de costumbre el tren hacia su recorrido, pero esta vez fue testigo de una historia cargada de una gran emoción. En él viajaba un joven que tenía su rostro entre las manos. Cuando se dejaba ver, se percibían las huellas de tristeza, dolor y preocupación. Un señor mayor que estaba sentado frente a él, le pregunto cuál era el motivo de su turbación. El joven comenzó a relatarle su historia: – "En mi adolescencia, no repare en los consejos de mi madre y en una de mis andanzas, maté a una persona. Fui juzgado y condenado a diez años de prisión, cumplí la sentencia en una cárcel lejos de mi casa. Nadie me visito, ni me escribió durante ese tiempo y todas las cartas que envié no tuvieron respuestas. Unos meses atrás, cuando supe que me iban a liberar le escribí a mi madre una carta pidiéndole perdón por no haber tenido en cuenta sus consejos, y le comuniqué que en pocos meses saldría en libertad, que deseaba regresar a casa, además quería saber si ella me perdonaría. Co...
"Asi que no nos fijamos en lo visible sino en lo Invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es Eterno" 2a Cor 4:18